
El broche es una de las joyas que más posibilidades tiene como complemento al poder prenderse con seguridad en cualquier parte de nuestro atuendo. Además del uso clásico sobre la solapa, personalmente prefiero colocarlo de un modo menos tradicional para resaltar un vestido o jersey, en la cintura, sobre el hombro y, como no, sobre otros complementos o en el cabello.
El broche es una joyas que más posibilidades tiene como complemento al poder prenderse con seguridad sobre cualquier prenda. De hecho, nace ya en la antigüedad ante la necesidad de sujetar algunas piezas de ropa, siendo usado tanto por hombres como por mujeres.

Así, en la civilización sumeria eran ya utilizados para abrochar las vestimentas y, como todas las joyas, marcaban un estatus social siendo para las clases más pudientes los realizados en metales nobles como el oro y la plata, adornados con piedras como el lapislázuli y la cornalina.

En la edad del Hierro, en los territorios celtas europeos, también destaca el broche como adorno principal que se utilizaba para cerrar capas.

Y en la Grecia antigua era común el uso de fíbulas para abrochar los ropajes, realizándose también en oro con motivos animales o símbolos abstractos.

Así pues el broche ha destacado desde la antigüedad, además de por su valor ornamental, por ser la pieza de joyería más práctica que se conoce.
Además de su clásico uso sobre la solapa, personalmente prefiero colocarlo de un modo menos tradicional para resaltar un vestido o jersey, sobre el hombro, la cintura, con otros complementos o en el cabello. Aquí os muestro algunas de mis ideas para lucirlos y enriquecer con ellos cualquier estilismo:
En un gorro o sombrero:

Dando un toque sofisticado a una cartera de fiesta:

Destacando en manos y pies, realzando zapatos y guantes:

En el escote de un vestido o camiseta: Enriqueciendo un bello recogido:
Así los hemos visto sobre la alfombra roja, tanto a ellos como a ellas:
¡Conviértelo en tu complemento estrella esta temporada!