Una gema legendaria con una fascinante historia.
La perla Peregrina está considerada una de las perlas más bellas del mundo por su tamaño, color y extraordinario oriente. Una gema legendaria con una fascinante historia.
Su origen difuso se remonta al siglo XVI, cuando la leyenda dice fue encontrada en la caribeña isla de Las Perlas, por un esclavo africano que obtuvo por ella la libertad. Pero estudios más recientes dicen que el origen de la perla se remonta a 1513, época anterior, en la que aún no había esclavitud en la isla.
La cuestión es que Francisco López de Góngora, en su «Historia de las Indias», da testimonio de que la perla fue entregada a los españoles por el cacique de la isla en 1515, en señal de vasallaje.
Aquí comenzó la segunda gran polémica: cómo llegó a manos de Felipe II.
La primera teoría dice que fue comprada por un comerciante español que, tras poseerla 16 años, la vendió a la bella emperatriz Isabel de Portugal, esposa de Carlos I, que se hizo con ella para celebrar su quinto aniversario de matrimonio y que aparece con esta joya, pintada por Tiziano.
A su muerte, pasa a manos de su hijo, Felipe II que se la regalaría a su esposa inglesa, María Tudor, que fue retratada con ella por Antonio Moro y, posteriormente, por Hans Eworthdonde la luce junto al diamante «El Estanque».
Otros historiadores afirman que la perla llegó a manos de Felipe I en 1579, después del fallecimiento de María Tudor, por lo que la perla que ella muestra en los cuadros no es La Peregrina, si no una de similares características. Así que la verdadera Peregrina nunca pasó por las manos de la apodada «La Sanguinaria», sino que habría sido adquirida años después por Felipe II para su hija predilecta.
Tras el fallecimiento de Felipe II, la testamentaría escribe la siguiente reseña: «una perla pinjante en forma de pera, de buen color y buen agua, con un pernito de oro por remate, esmaltado en blanco, que pesa 71 quilates y medio. Compróse por el Consejo Real de Indias de Don Diego Tebes en 9.000 ducados. Tasóse por Francisco Reynalte y Pedro Cerdeño, plateros de oro y lapidarios del Rey, nuestro señor, en 8.748 ducados. Tiénenla la Reina, nuestra señora,…»
La reina a la que se refiere es Margarita de Austria, una niña de 15 años por entonces, a la que habían casado por poderes con Felipe III y que llevó esta joya durante la celebración de la paz entre España e Inglaterra.
Tanto ella como su esposo fueron retratados por Velázquez llevando la perla, en sendos retratos ecuestres.
Velázquez, al parecer encantado con la belleza de esta perla, retrató también con ella a Isabel de Francia y a Mariana de Portugal, primera y segunda esposas de Felipe IV.
Así fue pasando en usufructo de reina en reina, como parte de las joyas de la corona española, hasta que en 1808 los franceses invaden España y José Bonaparte se la apropia como parte del botín de3 guerra para enviarla a su esposa en París. La heredó luego su hijo Napoleón III que la vendió, por problemas económicos, en 1848 en Inglaterra al duque de Abercorn, quien posteriormente la vende a una joyería londinense.
Existe una carta fechada el 23 de Octubre de 1914, en la que la joyería hace una propuesta de venta al rey Alfonso XIII de España, que estaba muy interesado en recuperarla para regalársela a su esposa Victoria Eugenia, pero el elevado precio puesto por la joyería le impidió conseguirla, adquiriendo otra de similares características pero inferior precio. Aún así, la reina siempre afirmó que la perla que su marido le regaló era la verdadera Peregrina. Ésta, finalmente, fue vendida a un coleccionista privado que la vendió luego a Henry Hutington.
En 1969 La Perla Peregrina salió de nuevo a subasta en Nueva York, por la firma Parke Bernet, produciendo un gran revuelo. Se afirma que entre los que pujaron por ella estaba Alfonso de Borbón Dampierre, nieto de la reina Victoria Eugenia, con el propósito de recuperarla para su abuela pero al llegar la puja a los 30.000~se retiró, siendo entonces comprada por el actor Richard Burton por 37.000~para regalársela a su esposas Liz Taylor con motivo de su 37 cumpleaños.
La actriz mandó engarzarla en un suntuoso collar de diamantes y rubís, que lució en numerosas ocasiones , llevándola también durante el rodaje de varias películas como » Ana de los Mil días»(1969). y «The little Night Musical» (1977).
Liz Taylor jamás quiso desprenderse de tan valiosa joya y la conservó hasta el fin de sus días.
Tras su fallecimiento, la joya vuelve a salir a subasta en la sala Christie’s de Nueva York y alcanza un precio récord de 11,8 millones de dólares, pasando a manos privadas.
¿Volveremos a ver de nuevo la fabulosa Perla Peregrina luciendo sobre la piel de una mujer? ¿Quién será la afortunada? ¿Cuál será la nueva y más reciente historia de esta joya de leyenda?